Al salir del cine, Lonely estaba aún tensa. Nos subimos al coche. Ella llevaba su batido, yo la llevaba a ella.
-Me he hecho daño en las manos- murmuró mientras habría las palmas y me enseñaba marcas ensangrentadas de uñas.
-¿Pero qué coño...? ¿Hace cuánto que no te cortas las uñas?
Sonrió como pudo, pero no respondió.
No pude hacer mucho con sus manos. Como siempre, no pude hacer mucho por ella.
Se las cogí y le eché agua de la botella que había en el asiento trasero del coche.
Ella me miraba mientras lo hacía.
-¿Te sabes el chiste de Otto?
-No.
Empezó a reírse.
-Otto que no se lo sabe- farfulló entre carcajada y carcajada.
Sonreí.
-Eres como una niña pequeña.
-Pero tengo excusa. En mi infancia no fui una niña pequeña. Fui una niña grande.
A todos nos pasa :)
ResponderEliminaren el fondo somos todos unos ninios pequenios