sábado, 28 de enero de 2012

Hablando de películas

Madrid era, hablando de películas, una de esas que terminan mal. De esas que te hacen soñar con que todo acaba bien. Una de esas cuyo director no es conocido, pero sí los actores. De esas que ves "porque estaba en la estantería, muerta de risa, y..." y que sin embargo recuerdas y es para siempre. Pero, hablando de películas, también era una de esas que no quieres ver, que dan miedo de principio a fin, de esas que te hacen tener pesadillas y taparte hasta la frente con la manta, con la esperanza (tonta e infantil) de que no te verán si vienen a por ti (improbable). Te hace cogerte a la almohada y abrazarte las rodillas para protegerte.
Pero era una humana, una horrible, pero era humana.
Y como humana, cometía errores y se dejaba llevar, a veces, por los sentimientos.

Por un segundo, de esos que parecen horas, porque significan el fin del mundo. De su mundo.

Somos más fuertes.

Me dijeron que el mundo era una mierda. Me dijeron que la corrupción no se podía evitar.Me dijeron "esos son peores que nosotros". Me impidieron abrir los ojos. Darme cuenta de que hay una cura para todo, que todo tiene solución, y está al alcance de nuestras manos. Me obligaron a creer en algo que jamás existió: la violencia. Y sí, creí. Pero ahora sé que somos más fuertes. Hemos superado guerras e injusticias, hemos sobrevivido al dolor y, al encontrarnos con la muerte, la hemos abrazado con amor. Porque el amor lo supera todo.

viernes, 27 de enero de 2012

Viajar, probar, aprender y enseñar

Magia era una más. A veces no se sentía guapa, otras creía ser una princesa. A veces, pero muy pocas, odiaba a su gato. A veces quería llorar, otras quería reír. Se sentía tonta, asocial, sola, agobiada, pensativa, rara...¡Pero qué iba a hacer! Ser humana era horrible, era como vivir una prueba imposible, pasarlo todo, sufrirlo todo. Pero también era lo más bonito del mundo. Saltar, viajar, conocer, saber, aprender, enseñar, amar, bailar, cantar, escuchar, contar, probar...¡Todo al alcance de su mano! Magia era, con todo, una niña feliz. El horror era una más de todas esas pruebas que tendría que pasar. Todas las pasaría con gusto, las superaría ¡Ganaría! Magia era muy competitiva, y un poco de desventaja, no la achantaría. 
Si sentía que no podría llegar...

                                                      ...se pondría de puntillas

jueves, 26 de enero de 2012

Podemos bailar

Miré hacia la carretera. Fijé los ojos en el asfalto.
-Podemos bailar- susurró Lonely mientras jugueteaba con las mangas de mi abrigo.
-O no.
Me lanzó una mirada vacía, como si estuviera mirando a una idea.
-O no- coincidió- De hecho, no me gusta bailar. Puedes sacar la guitarra y...
-O podemos bailar.
-No queríamos bailar.
-Pero tampoco queremos oírme tocar.
Otra de esas miradas. Y una sonrisa.
-No me gusta utilizar el plural. Yo sí quiero.
Sonreí.
-Y yo verte bailar.
Cogió lo que quedaba de ron y se lo hecho a la cara.
-O darnos un baño.
Me levanté de un salto. Pero me mareé. Con tanto alcohol no me aclaraba. Lonely llevaba en las venas más alcohol que sangre.
Se levantó. Me cogió de la mano y se volvió a caer. O nos tiró. Acabamos desparramados por la hierva de nuevo. Pegados.
-Juntos.
Se ladeó para dejar caer sus labios sobre los míos. Cuando los separó, una risilla asomó a través de sus dientes.
-Me quieres- susurró.
Lo sopesé durante unos instantes. Sonreí.
-Puede ser, puede ser.

Hola, ¿estás ahí?

Anna: Sand, ¿estás ahí?
          00:05
Anna: Bueno, supongo que no, pero da igual.
Estoy inspirada y deprimida. Tengo la sensación de que mi vida no es interesante ¡Soy como los demás! Voy caminando por la calle y nadie me mira. Es horrible, pero no siento que esté conduciendo mi vida a ningún lugar. Ya sé que me dirás: con lo joven que eres, si sólo tienes diecisiete años, bla, bla, bla... Pero tu tienes veintitrés y ya has vivido en más de mil sitios, has hecho tantas cosas... Recuerdo que cuando nos conocimos me dijiste que no te quedarías por aquí por mucho tiempo ¡Yo también quiero decir eso! Eso es interesante, porque significa que tendrán que aprovechar el tiempo que tú estés. Pero conmigo, la gente tiene la sensación de que siempre me tendrán. No soy interesante ¡Nunca hago nada interesante!
          00:15
Anna: ¿No vas a decir nada?
          00:20
Sand: Anna, la foto que has subido a tu perfil, ¿es tuya?
Anna: Sí, ¿por qué?
          00:27
Sand: Pues que te has teñido el pelo de colores.
Anna: ¡Pero eso qué importa! Te he dicho que estoy deprimida porque nunca hago nada.
Sand: Anna, para empezar ¡Sólo tienes diecisiete años!
Anna: Sabía que dirías eso.
Sand: Ya, bueno, y para seguir: has escrito un libro, aunque no lo hayas publicado. Te has teñido el pelo de colores, has cambiado radicalmente diez veces de forma de vestir en los dos meses que llevo aquí. Sabes hablar árabe, ruso, español y francés. Te has escapado de casa. Has viajado a Italia una tarde para tomar el té frente a la torre de Pisa... ¡Y sólo tienes diecisiete años! 
           00:29
Sand: ¿Qué piensas?
Anna: Que no es ese el problema.
Sand: ¿Por qué?
Anna: Porque sigo depre.

miércoles, 25 de enero de 2012

Maltratadora

Sarah era todo lo que nadie quería ser. Tenía en la cabeza un dolor que le hacía estremecerse cada segundo que pasaba. La nostalgia se apoderaba de ella. Tenía una cajita. Esa cajita de marfil tenía dentro a su dolor. El de todos. Sarah era lo que Logan llamaba un horror con patas.
Su mundo estaba destruido, estaba masacrado. Alguien lo había volcado, lo había quemado y había escupido en su maldita tumba. Y Sarah aguantaba como nadie. Vivía con el pasado y el presente al mismo tiempo. Esperaba al futuro cada segundo, retorciéndose a cada movimiento del reloj. Cada tic, toc, tic, toc... era una guerra sangrienta entre las dos mitades en las que se dividía: la que amaba la vida, y la que anhelaba la muerte ¡Ella misma era su propia maltratadora! La que le pegaba palizas, la que le decía Eres mi puta. La que le obligaba a llorar para sentirse más fuerte. . .
¿Y quién podía vivir con eso? (A parte de ella) Nadie.
Y a Logan le jodía. Le jodía mucho.
                            Porque Caperucita, era el puñetero Lobo...


lunes, 23 de enero de 2012

¡Como me amo!

-Leprosa.
Cerró los ojos, con cuidado, respirando con suavidad. Abrió los ojos.
-Cállate, Santi, estoy a nada de sacar la puñetera pistola y meterte una bala en la cabeza para comprobar si tienes cerebro.
-¡Alarm, alarm, fárrago, fárrago!
Sacó de su sitio su pistola y le apuntó a la frente. Él hizo lo mismo.
-Eh, Madrid, no te pongas farruca- dijo. 
Santi era el único que la aguantaba. Se atrevía a sacar de sus casillas a la asesina, a la mala, malísima. 
La única mala que siempre se salía con la suya, porque se creía buena. Porque eso es lo que cuenta, ¿no?
Guardó el arma en el estuche de su cadera y se sentó en el suelo a esperar.
Santi se apoyó contra la verja con aires de superioridad y empezó a canturrear una canción. Una de esas que Madrid no podía ni nombrar:
-Hoy voy a decirlo, como me amo, y tú ya no puedes haaceermee daaañooo. Sooy un ser divinoo. Ven a adorarme. Que buena suerte amaarmeee taaaantooo.
-Cállate Santi- farfulló Madrid, rascándose el brazo, donde tenía el sarpullido de dermatitis atópica (¿?).
-Pues deja de rascarte, te haces sangrar. Además, la canción es la hostia, no me lo niegues.
-No me obligues.
-Te obligo.
-Es una mierda con mayúsculas y en luces de neón.
-El neón mola. Sobre todo si es rojo.
Madrid se levantó de un saltó y empezó a pegarle puñetazos en los brazos sin parar, como una niña enrabietada.

-¡QUÉ TE CALLES!
:)

Doce amigos y un mago.

Magia daba miedo. Era espeluznante. Y su gato aún más espeluznante. Con un ojo verde y otro dorado, parecía un genio loco. Sabía todo acerca de las teorías de la física, de hecho, el gato tenía las suyas propias. Pero era muy callado y nunca las nombraba. 
Magia creía que el mundo era un cúmulo de casualidades. Se conformaba con eso. Pero Magia tenía diez años ¿Qué iba a saber del mundo? Había leído la Biblia, pero Dios no le caía bien y Jesús, el único bueno, nacía tarde y moría pronto.Y hacía cosas imposibles. A Magia le parecía un cuento muy poco convincente.
Ella sabía que doce amigos y un mago no podían contra el mundo.
                          Ni contra su gato.

Un segundo viaje

-¡Eh, rubia!- grité desde mi Ferrari.

Lonely se giró, dándose (como siempre) por aludida.
-Estaba pensando que igual cambiabas un viaje a Tennessee por...- dudé al decirlo. No quería devolver mi...-Ferrari.
Pensé que Lonely se abría olvidado de mí. Ella dejaba huella, pisaba fuerte. Yo no. Pero me recordó.
-¡Jake! ¿Qué haces aquí?- preguntó sorprendida.
-Devolverte esto, supongo- mi sonrisa se ensanchó por su reacción. Me devolvió el gesto- pero sólo a cambio de un segundo viaje, eh.
No tenía ni idea de cuál sería su respuesta. Podría decir que no. Yo no era nadie; era un extra de los miles que había en su película mental. Además puede que muchos admiradores no secretos le hubieran pedido un "segundo viaje más" de mil maneras distintas. Además, los Ferraris le interesaban tanto como los postulados de Bohr.
Pero podía decir que sí.
Porque Loneliness rompe esquemas, va en contra del mundo y sabe ser totalmente impredecible.
Subió al coche y dejó la mochila en el asiento trasero.
-Pero yo elijo el destino.

De cocaína y cristal

-¿De qué está hecha tu vida, Sand?
-De cocaína. De esa música que no te gusta a todo volumen. De chicas guapas que se creen mujeres. De mañanas con resaca y tardes inspiradas con alcohol. De ti. Eres un 51%. Pero mi vida no tiene un pasado conflictivo, ni una infancia dura. No tengo un secreto oscuro ni un misterio sin resolver. La única persona de la que me quiero vengar soy yo, y no tengo ganas de hacerlo. Soy una causa perdida, el malo, haga lo que haga. Y por eso, haga lo que haga, siempre perderé. Porque los malos siempre pierden.
-La mía es de cristal.
¡Ah! Y de ti.

Maldito John

El ruido atronador, desolador y asesino de otra granada explotó en la cara de Sarah. Un olor a pólvora y muerte invadió el aire, mezclado con el humo del tabaco que fumaba Logan.
Sarah le veía un significado. Logan se limitaba a fumar.


-La vida es un asco, Sarah. Y encima te mata.


Maldito John. Maldito John, maldito John, maldito John.
Ese escritor de pacotilla que escribía sobre la vida y quería morir... ¿De dónde cojones sacaba esas frases el hipócrita ése?
-Pues vas a morir de verdad ¡Oh, sí! Ten por seguro que vas a morir- farfulló mientras lanzaba la última granada y otro ruido sobrecogedor inundaba el ambiente. 
Cogió un rifle y terminó con todas las balas. Después cogió otras nueve armas y terminó con sus respectivas balas. Hasta que no terminó con todas, no se derrumbó.
-¿Ya?- preguntó Logan mientras tiraba la colilla al suelo y la pisaba. No iba a reprocharle nada, pero tampoco iba a consolarla.
-Maldito John- sollozó Sarah.
-Maldito John- repitió Logan con absoluta sinceridad.
¡Nos ha dejado sin armas!

Lo que no mata

Madrid, como cuentan las leyendas, había matado a tantos como había amado, y más. Había bebido de la copa envenenada y había hecho temblar al mismísimo diablo.
Hacía trabajar a la muerte como una esclava y sus gestos favoritos eran guiñar el ojo y desenfundar su arma.
No tenía pelos en la lengua ni llaves a lugares secretos.
Pero ella jamás admitiría que se había dejado pisotear. Que le habían hecho arrodillarse. Que había llorado en el hombro de una desconocida. Porque ahora la impotencia no estaba hecha a su medida y el dolor era un simple juego de críos. Los complejos y llorar en el baño durante los recreos estaban superados. Ya no necesitaba consejos ni defensores (de esos que nunca tuvo cuando fuero necesarios). Ella se había hecho a si misma. Porque lo que no mata, nos hace más fuertes. 
Y ella era de acero inoxidable.

domingo, 22 de enero de 2012

Inoportuna


Anna entró hecha una furia en la habitación.
-Todos saben hacer alguna cosa bien ¿Por qué a mi todo me sale como el culo?- preguntó.
Sand la fulminó con la mirada ¿Por qué Anna era tan inoportuna? Y lo peor era que a Sand le volvía loco, sacaba de él el peor de sus instintos. Apasionante.
Sin embargo, sabía que era un patético e insignificante clínex para ella, uno de esos que se usa y se tira a la basura más cercana. Le gustaba que Anna le utilizara, le hacía sentir importante un par de minutos. Entró otra chica en la habitación. Una con un nombre que Sand no podía recordar. Con su camiseta, dos cafés y nada más. Los tres se miraron asombrados. Sand a la chica, la chica a Anna y Anna a Sand.


-A ti se te da jodidamente bien ser una putada- susurró al fin




Vida dura.

Cuan dura es la vida. Si no fuera tan dura... sería más blanda.

Un precio muy alto.

Loneliness no solía hablar ¿Para qué? Cuando la conocí llevaba una boina francesa y heridas de guerra en las muñecas. Las heridas se las hizo ella, la gorra la había robado en un mercadillo.
Ahora las heridas eran líneas finas de color rosado que recorrían el antebrazo de arriba abajo y la boina, como todo lo que pasaba por sus manos, estaba en la basura. 

-Eh, tú, moreno ¿Te gustan los coches?

Miré el Ferrari amarillo que tenía delante de mis narices, ya viejo y asqueroso. Lo tenía que limpiar. La primera vez que vi a Loneliness estaba brillante y perfecto. Ahora, como ella, tenía heridas de guerra.

-Sí ¿Por qué?

Rocé mi mejilla con los dedos. Yo también. Y secuelas psicológicas graves. 
Pero ella no estaba. Se había largado, y yo estaba en la basura, como la boina francesa. 

-Me preguntaba si me llevarías a Tennessee a cambio de ese Ferrari.

Pero yo tenía mi coche, y ella... nada. Ella sólo había tenid
o este coche y sus heridas de guerra.

-Claro ¿Por qué no? Es un cochazo.

Imbécil inconsciente. Ni siquiera me lo pensé, no me extrañó ¿Qué iba a hacer? Es mi  Ferrari.
Pero ella era el precio a pagar, y era un precio demasiado alto. Además, me ha timado



Soy masoquista, Logan

Quiero que recorras mis venas y me robes la sangre. Quiero que digas cosas sin sentido con esa voz tuya y me hagas enloquecer. No me gusta esta cordura, es aburrida, me hace vieja. Quiero que me cojas de la mano y te lances al vacío, que me dejes sola en la oscuridad. Que me pongas entre la espada y la pared. Me gustan muchísimo la espada y la pared. Y tú. Con esos aires de músico que te traes. Yo de musa. Quiero que toques botones al azar en mi destartalada cabeza. Dale al de autodestrucción, sin querer, fingiendo que no sabes que significa. Pero no quiero que me cures después, Logan, porque soy masoquista.