domingo, 22 de enero de 2012

Un precio muy alto.

Loneliness no solía hablar ¿Para qué? Cuando la conocí llevaba una boina francesa y heridas de guerra en las muñecas. Las heridas se las hizo ella, la gorra la había robado en un mercadillo.
Ahora las heridas eran líneas finas de color rosado que recorrían el antebrazo de arriba abajo y la boina, como todo lo que pasaba por sus manos, estaba en la basura. 

-Eh, tú, moreno ¿Te gustan los coches?

Miré el Ferrari amarillo que tenía delante de mis narices, ya viejo y asqueroso. Lo tenía que limpiar. La primera vez que vi a Loneliness estaba brillante y perfecto. Ahora, como ella, tenía heridas de guerra.

-Sí ¿Por qué?

Rocé mi mejilla con los dedos. Yo también. Y secuelas psicológicas graves. 
Pero ella no estaba. Se había largado, y yo estaba en la basura, como la boina francesa. 

-Me preguntaba si me llevarías a Tennessee a cambio de ese Ferrari.

Pero yo tenía mi coche, y ella... nada. Ella sólo había tenid
o este coche y sus heridas de guerra.

-Claro ¿Por qué no? Es un cochazo.

Imbécil inconsciente. Ni siquiera me lo pensé, no me extrañó ¿Qué iba a hacer? Es mi  Ferrari.
Pero ella era el precio a pagar, y era un precio demasiado alto. Además, me ha timado



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