viernes, 3 de febrero de 2012

Paciencia

-Puto imbécil- Madrid le dio otra patada más a la pared. Santi, sentado en el sofá la observaba con sus típicos aires de superioridad y su sonrisilla burlona.
-Respira, Mad- se bufó.
Madrid se miró al espejo colgado de la pared. Estaba totalmente roja de rabia. Sacó una cajetilla de su bolsillo y se encendió un cigarro.
-Déjame, Santi ¿Cómo me ha podido hacer esto?- preguntó. El humo salió con sus palabras y su decepción.
-Porque te odia.
-Pero es caer muy bajo. No vale.
-Bueno, Leprosa, no todos son como nosotros.
Madrid le pegó otra calada al cigarro y expulsó el aire con la mirada fija en su compañero.
-Como yo, Santi, como yo. Tú eres peor que él.
-A ver, Leprosa, no te pongas farruca. Intenta canalizar tus emociones.
Santi empezó a hacer movimientos amorfos con las manos en el aire con los ojos cerrados.
Madrid respiró hondo e intentó tranquilizarse. Cerró los ojos. Los abrió. Le dio una calada a su cigarrillo...
-¡Que tratar de canalizar ni mierdas! Yo hago lo que se me viene a la mente- gritó.

                Madrid no era precisamente paciente.


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