Volví en mí y aunque no era algo que hubiera deseado, me levanté, cogí mi pistola y me puse a cubierto justo en el momento en el que una bala se estrellaba contra el suelo en el que yacía apenas medio segundo antes. Miré a mi alrededor, buscando entre la pólvora y la confusión algo que me pudiera soportar, ya que yo misma no me mantenía en pie. Encontré lo que se encuentra si buscas luz sin ojos. Nada. Mis piernas cedieron antes de que yo pudiera llorar por mi vida, o por mi muerte. O por nada, porque no tenía nada por lo que llorar.
Había dado mi vida en un arrebato de valentía y odio infantiles. Había dado mi hombre en un... ni siquiera tenía excusa. Podría haber ido con él, o haberle esperado en la ciudad, pero le mentí y me fui a luchar por una causa que tiempo ha me he dado cuenta de que no era la mía.
Y así cursaban mis últimos segundos de lucidez, antes de sumergirme en "mi nueva vida".
Así cursaban hasta que una mano agarró la mía.
Desperté en una enfermería, había a mi alrededor muchísimos enfermos. La imagen me quitó el aliento, pero fui consciente de mí misma, de mi vida.
¿Alguna vez has tenido una certeza? Yo tuve: volver a la ciudad.
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