viernes, 23 de noviembre de 2012

El juicio de Trece.

Me dejé llevar por las sombras que inundan el mundo en el que vivimos. Invaden todo aquello que todavía se salva, todavía vive y lo matan. Las sombras que oscurecen las cabezas de los que todavía piensan la mayoría de las personas decidió dejar de pensar cuando se dieron cuenta así que sí, admito que soy culpable de todo lo que me acusa la sociedad, pero sólo lo fui durante un pequeño periodo de tiempo, con grandes, gigantes consecuencias. Y ahora que estoy aquí sentada, bajo las miradas de odio de todos aquellos que no saben lo que sentí, lo que pensé ni lo que me llevó a hacer lo que hice, sé que merezco castigo, mas no el suyo. No merezco su juicio, pues jamás yo les juzgué y todos cayeron donde yo caí. Todos callaron cuando yo callé, todos bailaron en el fango y rompieron a llorar bajo la lluvia de rodillas, humillados. Y yo, que no soy excepción, que cometí un error como ellos otros muchos cometieron, no merezco, definitivamente, su absolución, igual que ellos no merecen la mía. No necesito de su comprensión, pero tampoco se la daré cuando ellos sí la necesiten.

 XIII

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