Es curioso, pero tengo la seguridad de que ya no va a volver. Los primeros meses me sentí culpable por no hacer nada, luego actué, le busqué, removí tierra cielo y mar hasta quedarme exhausta y como estaba. Entonces simplemente pensé que no habría buscado bien, y me escudé en la lógica de que volvería porque me lo había prometido.
Pero ahora ya está claro: no vuelve ni de coña.
La muerte está por encima de cualquier promesa.
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