miércoles, 24 de octubre de 2012

Ni Nieves, ni el jardinero.

Nieves desató su corbata, sería lo único que pudieron apreciar. Se quito la chaqueta y el sombrero, dejando al descubierto su pelo largo y sus curvas de mujer.
Sonreía y las personas que la miraban con atención no percibieron más. 
Quien sea más fuerte, que se atreva a mirar más allá de donde quieren los ojos de Nieves, porque todos miramos por ellos.
Que deje todo y huya, porque la van a matar,
El niño gritaba desesperado, pero Nieves no dejó de actuar ni un momento, y todos estaban absortos en su obra.
Ángeles no quiso mirar,  todo explotó en el mismo instante en el que los policías entraban en el teatro. En el mismo momento en el que Nieves sacó la pistola de su bolsillo y apuntó al jardinero. 
Nadie esperaba que Pastora lo fuera a arreglar todo de esa forma. Nadie sobrevivió. 
Ni Nieves, ni el jardinero, ni los espectadores, ni los policías,  ni Ángeles, ni el niño.
Ni Pastora. 
Pero el infierno existe. Existe y allí fueron todos los culpables de aquella sala.

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