Maggie se dejó llevar. Louis la cogía por la cintura, la levantaba del suelo. La hacía volar.
Daban vueltas en la hierba, bajo la luna.
Louis sonreía, mirando a Maggie soñar. Maggie no se daba cuenta de cuánto significaba para él.
La dejó en el suelo con delicadeza, sin soltarle la cintura y la acercó con dulzura hacia él.
-Siento que esta sea la última vez- murmuró.
Maggie negó con la cabeza y cerró los ojos. Lloraba.
-Jamás será la última vez. Jamás habrá un último baile. Porque hasta cuando baile con mi muerte, tú me levantarás del suelo y me harás tocar las estrellas. Jamás me dormiré. Mientras me mantengas despierta Mientras me ames.
Maggie gimió. Louis la abrazó más fuerte y le rozó los labios.
-Cierra fuerte los ojos, Louis. Ciérralos e imagina que yo sigo aquí.
Si una vez Louis sintió la pausada y costosa respiración de Maggie, ahora sólo podría recordarla.
El corazón de Maggie dejó de latir en su cuerpo.
A partir de entonces, latiría en el de Louis.
Cuando él abrió los ojos, la magia se había apagado para la luna y las estrellas. Sólo seguía existiendo en Louis.
Y así habría de ser para siempre.
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