domingo, 18 de marzo de 2012

Podría decirte un millón de cosas.

Podría decirte un millón de cosas. 
Podría, pero da igual. Porque sé que no lo leerías. Porque no te importo.
Porque estar contigo es como estar con una muñeca de trapo.
Por mucho que me importes, yo jamás te importaré más de lo que te importa leer o escuchar música.
Pero me da igual, porque necesito decirte, aunque no me escuches, ni me entiendas (igual que no entiendes a nadie) que me haces sentir mal. 
Ahora me siento sola, inferior, tonta, incomprensible e incomprendida. Culpable de un crimen que nunca se ha cometido. Protagonista de una comedia, pero sola en una habitación.
Sin preguntas sensatas que hacerme, ni respuestas ingeniosas que soltar.
Siento que he sido yo quien lo ha jodido todo.
Y sé que esto se ha jodido solo.
Y por tu culpa. Tuya, tuya y de nadie más.
Y sin embargo, me siento culpable.
Así que te odio, te odio mucho, pero sin querer. Te odio porque no sé qué me pasa, y tú eres la culpable perfecta.
Así que hoy te odiaré, e igual mañana te pediré disculpas. O tal vez no. Según me apetezca.
Y tal vez leas esto, porque, por una vez, te apetecerá pensar en mí, como tarareas una canción, o recuerdas una frase ingeniosa. Tal vez se te ilumine la cabeza y pienses "¿No soy importante para ella?". Y te des por aludida.
Tachán. Hoy estoy mal. Bueno, o eso creo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario