viernes, 7 de septiembre de 2012

7.00 AM.

7.00 AM.
Una luz mortecina de primera hora entra por la ventana translucida y estrecha de un segundo piso. Apenas llega a colarse por el oscuro patio al que da la habitación en penumbra, pero esa luz es suficiente para que Claudia observe detenidamente cada milímetro del cuerpo desnudo y moreno de Travis.
Está dormido y Claudia apenas puede evitar la tentación de despertarlo. Travis tiene cara de tormento hasta en sueños. Pobre Travis. En pocos años se convirtió en un asesino y cada muerto que carga a la espalda le atormenta segundo tras segundo.
Claudia no le consuela, ¿para qué? Claudia se limita a soportarle, que no es poco.
El chico cambia de posición entre las suaves y frías sábanas y  parpadea antes de abrir los ojos por completo.
Se miran como si pensasen lo mismo, pero ambos saben que la única que está pensando es Claudia, así que no hablan, casi ni respiran.
Que baje Dios y lo vea, porque el cielo es un momento y un lugar.

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